EL ECO, EL MURO Y EL M[A]C

EL ECO, EL MURO Y EL M[A]C





Gritamos, hablamos y hacemos sonar nuestros instrumentos, esperando que el muro de granito que tenemos en frente nos devuelva una razón que nos impida con los ojos vendados, saltar a las simas donde habitan los fantasmas del tiempo sin memoria, el tiempo que anida en clepsidras rotas y en campanas sin badajo.

Estamos en un momento de espera, un momento para observar, observarse observar al observador; un tiempo que nos convierte en testigos de excepción de acontecimientos que probablemente producirán cambios en los mecanismos de performance, en la industria musical y con esto acelerar formas de consumo que ya estaban en marcha. Claro, estar en cualquier estrato dentro de los acontecimientos presentes no nos deja todavía la ventaja de objetivarlos, para estudiarlos desde el lugar aventajado de las perspectivas y desde su decantación semántica.

El M[A]C en su historia, se ha construido problematizando el fenómeno sonoro, actualizándose en sincronía con la lanzadera de telar que trama la historia reciente, por lo que casi con certeza el sexto Congreso estará ya dando cuenta de esto de forma acotada; por ahora, nos tiramos a horcajadas sobre la avalancha de eventos virtuales en tiempo real, para hablar de las estéticas de puesta en escena y los medios digitales, las asimetrías que marcan rutas de marginamiento cultural en las posibilidades de acceso a los medios digitales y la recomposición/reestructuración de estéticas y transformación de sus gramáticas poéticas en el proceso de adaptación a la mediación digital.

Corriendo estos días, se han podido apreciar tres eventos que nos sirven de referencia para abordar el tema de las estéticas que comportan y su puesta en escena: el Festival Mono Núñez, Sonamos Latinoamérica y Cortiple. La reflexión crítica sobre estos tres festivales que plantean conceptos diferentes, un concurso y dos encuentros, interesa para abordar el tema de cómo los medios digitales van a entrar a jugar un rol central en la percepción de las músicas que se allegan a estos espacios.

Aunque estos son temas muy estudiados desde hace tiempo, la reflexión desde un punto de vista académico nos lleva a mirar cómo los aciertos y desaciertos conceptuales en la puesta en escena de encuentros y festivales, se traslada a las apuestas de realización virtual y/o televisiva de los mismos.

En el caso de los concursos ¿Entra la producción sonora y visual de los clips de los concursantes a ser un ítem de calificación? La respuesta, nos llevaría de una parte al ámbito de la semiótica, para conceptualizar y estructurar los elementos semánticos de los componentes en las las producciones de los clips realizadas con medios digitales y transmitidas, ya sea a través de plataformas virtuales o por televisión.




Lo visto hasta ahora, lleva a pensar las músicas locales en tiempos de postgénero, compitiendo en mercados donde la liminaridad entre las artes está diluida o, se fusionan en los medios digitales como lenguaje autónomo en sí mismo o, llegan a planteamientos cinematográficos de imagen, donde por defecto cada elemento agregado o fusionado amplía el ámbito de significación de los contenidos gramaticales de las poéticas sonoras y literarias. Esto ha sido característica de los circuitos mainstream de la industria musical, donde la producción de la imagen fundida con la música se torna una unidad significativa.

El diálogo con la oferta tecnológica contemporánea se abre a un panorama en la era del postgénero musical, donde los medios análogos se digitalizan evolucionando hacia una materialidad que les permite segmentarse, alterarse, descomponerse, (re)texturizarse, cambiar se granulosidad, y donde las estructuras sintácticas de las artes fluyen en una liminaridad cada vez más borrosa.

Ante la llegada a través de las redes de gran cantidad de producciones musicales de artistas indies, de factura casera algunas, otras tipo unplugged, algunas de ellas alcanzando una superlativa calidad de sonido y apuesta creativa utilizando diversos medios digitales, las producciones de estos eventos de músicas locales corren el riesgo de quedar en desventaja, sino superan el marco de pobreza absoluta y desvencijada de un performance estático. Es decir, una cosa es una transmisión prolija -o no- de un concierto en vivo y otra, una colcha de remiendos con parches de calidad desigual tratando de que reemplacen el espectáculo en vivo.

Aunque esto tiene mucha tela para acotar, como elemento analítico se puede agregar que los concursos de músicas locales, sobre todo las andinas, como generalidad, cortan el cuerpo a la música; es decir, se espera que los concursantes tengan poco o nulo movimiento escénico, sin ser reforzados por elementos como video, danza o en general propuestas que amplíen el rango significativo de las poéticas; esto tomando el modelo académico eurocéntrico, en el que la música es una acción estética de escucha y es este formato el que directamente se traslada a las transmisiones de televisión o a través de internet.




En las antípodas de estos concursos de formato estático, están los festivales, que tratan cada vez más de enriquecer sus puestas en escena con tecnologías contemporáneas de uso de luces análogas o laser, pantallas led, drones, proyecciones 3D, etc.

En este sentido y debido a la importancia industrial para la circulación y los mercados que han adquirido los festivales, ya sean de world music, indies, mainsream e inclusive hasta de músicas académicas que se han obligado a salir de las salas de concierto y teatros de ópera o abrir estas salas con formatos de performance que atraigan nuevos públicos, los festivales de músicas locales en el país deben transformarse, inclusive manejando creativamente los medios tecnológicos a mano, y desde la perspectiva de la situación actual, hacerse cargo de su proyección en las redes.

La utilización de plataformas virtuales o televisivas, lleva consigo sumergirse en la materialidad contemporánea de los medios digitales y entrar conscientemente a pensar la dimensión narrativa que van a alcanzar las músicas fundidas con estos elementos, que inevitablemente amplían o definitivamente, relanzan o re-funcionalizan la percepción estética de sus contenidos poéticos.

Ahora bien, digamos que esto es lo ideal y nos rendimos a la circulación bajo los estándares de la tecnología y las posibilidades cada vez más a mano, cercanas y hasta de bajo costo para acceder a los medios digitales y manejo de redes, pero surge la sombra del tema: ¿Y los que son analfabetas primarios, digitales o no tienen acceso a redes y mucho menos a recursos mediales?

La cara oscura de esta moneda se proyecta sobre asimetrías en el acceso a los recursos tecnológicos, desde las que se ubican con desventaja artistas al margen de sistemas de circulación y/o condenados a la marginalidad territorial, y/o los agentes portadores de conocimientos ancestrales; muchos de ellos no saben leer ni escribir o, sí saben, pero tienen poca o ninguna cercanía al mundo digital y por supuesto, menos al manejo autónomo de estos medios y no tienen cercanía o no se han integrado a dinámicas o acciones de gestión, privadas o públicas.

Desde esta perspectiva, que requeriría una política pública que en el presente parece profundizar las asimetrías y se acopla más a la arrolladora máquina de la economía global neo-liberal, para muchos artistas y portadores de conocimiento en zonas marginadas, el asunto se profundiza negativamente por la pobre o inexistente autoconciencia de ciudadanía y autonomía, agravada la situación por la guerra y la precariedad de recursos primarios de subsistencia.




Este es un tema en desarrollo que presenta muchas variables: nos debatimos entre las posibilidades creativas de los medios digitales y, la brecha de desigualdad que se profundiza proporcionalmente respecto a la posibilidad de acceder a estos medios desde los márgenes de la diversidad territorial -territorios reales, imaginados o inventados-.

El M[A]C en sí mismo, se enfrenta a las propias sombras y luces de su evolución en la virtualidad, que se instala en el presente distópico como una realidad de ciencia ficción…

...el M[A]C levanta el muro de las resistencias, refractando como un eco las urdimbres narrativas que habitamos para no sucumbir en las simas donde rondan los fantasmas sin memoria…

Ginebra, Julio 1, 2020

Hernando José Cobo Plata


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