EL M[A]C Y EL MITO FRACTURADO


Hernando José Cobo Plata

No hay que inventarse nada, la realidad anda suelta por la calle”

Gato e’Monte

Como nunca antes, el Congreso se ubica como en una feria de pueblo, en el interior de un salón de espejos que nos devuelven nuestra imagen en una ilusión multidimensional.

De una parte, los estudios de caso de las ponencias y de otro, los microrrelatos, que adquieren en este 2020 en conjunto, una fuerza narrativa que nos descoloca en el juego de espejos de un paisaje distópico, multi-segmentado y cooptado por la incertidumbre; un universo donde lxs poetas colocan en bandolera las resistencias individuales y las colectivas, que se ofrecen como compromisos éticos… cometas cósmicos y luminosos que se niegan a naufragar en el mar de aceite quemado, el de las muchas muertes, el de las muchas guerras.

El M[A]C se observa a sí mismo como caso en tiempo real; el M[A]C deviene en su propio caso, con los interrogantes acerca de qué es tiempo real y cómo se está construyendo la realidad.

En el tiempo de ocurrencia del Congreso, las narrativas históricas de las epopeyas de tiempos coloniales y sus héroes se defenestran, y se arrastran sus memorabilias por las calles en una suerte de iconoclastia represada de rabias seculares; sobre los cuerpos violados una y otra vez se escribe en la piel de las víctimas con hierros al rojo vivo, la historia de unas guerras sin horizonte…otros cuerpos desmembrados y torturados en fosas sin nombre esperan una elegía, un túmulo que los vuelva signo en la historia de estas tierras.



Un carrotanque lleno de gasolina, volcado en la carretera que pasa por una franja de tierra que separa el mar de una laguna otrora una rica reserva natural, es asaltado por una horda de vecinos con el hambre en la mirada, con muchas hambres en el cuerpo; con su cuerpo, una sola cicatriz de la miseria…trataban de escanciar el líquido que les permitiría saciar por un instante su macilenta esperanza; el carrotanque previsiblemente explota, y reduce a cenizas muchos de estos cuerpos hambrientos dejando otros muchos sufriendo la tortura aterradora de profundas quemaduras.

La realidad se reproduce como un fractal; la historia de Tasajera, el pueblo donde ocurrió esto, es la metáfora de un país sin ciudadanos, un relato sin memoria, unos territorios sin nación.

Esto también es una representación icónica de la precariedad, de la renuncia a nuestros proyectos creativos para saldar el reclamo primario de la sobrevivencia. De esos recursos que debemos salir a recoger como pimpineros para obtener un algo de la pobreza que se nos ofrece a cuentagotas, mientras el Estado es oficialmente saqueado y nuestros sueños calcinados como los cadáveres de Tasajera, cuando nuestro trabajo queda pesado y medido en la pobre romana conceptual de funcionarios contables y, fiscalizado por órganos represivos prestos a lapidarnos ante cualquier desliz discursivo o simbólico que erosione el statu quo.



¿Retornamos a la clandestinidad de los tiempos oscuros para realizar nuestros trabajos poéticos y de investigación?

¿Volvemos a los foros a media voz, a los encuentros mudos de cafetería, al lenguaje de señas en los parques… al silencio público?

¿Engullimos el espíritu del opresor y lo hacemos una partitura de miedo?

¿Que nos deja el M[A]C en este paisaje que se pinta con matices desolados?

Cuando le dimos nombre a este V congreso, estábamos conscientes de las músicas en estado de resistencia, pero no alcanzamos a visualizar que la resistencia florecería de forma tan contundente, urgente y necesaria en la sincronía y el diálogo con su tiempo de cadencia; el M[A]C escribió RESISTENCIA y las paredes y las murallas se llenaron de grafitis proclamándonos como tribu de resistentes, de resilientes, de sobrevivientes, y es este espíritu de tribu variopinta lo que nos lleva a trazar la cancha donde acontece el carnaval de la diferencia, donde podemos ser otros y cada uno resguardados por la empalizada de la [A].

La empalizada de la [A], donde es posible el sonido de la poesía para conjurar el miedo, una brecha para otear el paisaje circundante y encontrarnos en la posibilidad de estar vivos, sabiendo que podemos seguir soñando e inventando mundos posibles e imposibles al abrigo de esta [A].







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