EL CONGRESO M[A]C Y LA CANTANTE CALVA

Hernando José Cobo Plata

 


Jugando con el título de la obra teatral de E. Ionesco, La Cantante Calva, se abre una metáfora que funciona para un país donde todos aparentemente hablamos unos con otros, pero no nos comunicamos de verdad; un país de fábula, no una fábula de realismo mágico, sino, una fábula perversa escrita en contrapuntos oscuros, retruécano sobre retruécano para interpretar y legislar sobre una realidad, que en sí misma se construye sobre los girones de historias que parecen contenidas desde siempre en tiempos detenidos: es como ver esos pequeños roedores enjaulados que corren dentro de una noria que gira en el mismo sitio, o esos motociclistas que en los circos giran temerariamente dentro de una esfera de hierro desafiando la gravedad, pero igual, al término del número están en el lugar de partida.





Colombia, es una masa amorfa de imaginarios que nunca han podido configurar una motherland, eso que idealmente otorga un sentimiento profundo de pertenencia a la tierra, la tierra madre, la patria; tenemos una que nos han contado y otra que sufrimos echándonos el cuento risueño que nos devuelve un suelo abonado secularmente por la muerte; no aquella muerte que se desliza como en sueños por un río cristalino y luminiscente, sino aquella  asaetada por el dolor de la miseria, con el olor del hambre y con el paisaje del abandono.

Nos hemos entregado a esta muerte sin memoria que habita ineluctablemente nuestros huesos, corre con nuestra sangre y tiene el pigmento de nuestra piel, a un punto tal donde la huida de esta muerte-miseria resulta ser un acto subversivo, temerario y punible.

El M[A]C nació bajo la égida de las músicas que cantan la arcadia imaginada de la patria, no de la matria, de ‘la música’ en singular, de las voces recias de los machos desbrozadores de montes, de la corrección política, de la trenza y la alpargata, del machete y el carriel; nació en la cuna idílica de la ‘música andina colombiana’, Ginebra, para devenir en un hijo paria de estas narrativas y abrir en la ‘a’ de la andinidad, una puerta para escapar del pathos de la ‘ginebrinidad’, la ‘vallecaucanidad’ y la ‘colombianidad’.

Los corchetes con los que encerramos la ‘a’, [A], se convirtieron en la puerta que se dejó abierta para que entraran las poéticas diversas, las músicas en plural, las construcciones de los nuevos territorios, los reales, los virtuales, los imaginados, los distópicos: “Músicas [A]cústicas, [A]rtísticas, [A]lternativas, [A]leatorias, [A]ntiguas,[A]lienígenas,[A]sfálticas,[A]temporales,[A]morfas,[A]froindigringomexieuroasiaoce-ánicas, [A]lucinógenas, [A]ll Colombian Music”. 

Somos un congreso que no lleva otro nombre de formato para evitarnos problemas de patrocinio y negociar con ciertos modelos institucionales de claustro, aunque hemos tratado de buscar modelos de encuentro diferentes a estos de los eventos académicos, sin lograrlo del todo.

En cambio, sí hemos propiciado apuestas lúdicas para desalminodar a los participantes; hemos apostado porque el encanto pueblerino de Ginebra brinde un espacio de comunicación informal entre todos los y las participantes, que complemente los coloquios y el intercambio de ideas y de contactos, donde adquieren un valor superlativo la panadería, el billar, la patota nocturna que armada de tambores y gaitas se apropia en las noches de Congreso del parque principal, el pasillo, la hora del café con pandebono, el helado con salpicón para calmar el calor de la media tarde, la cerveza helada, el círculo del bareto, la yincana inaugural y la clausura con paseo “fiambreado”  al río.

Somos lo que somos en estos territorios, donde las poéticas sonoras se brindan como anclajes simbólicos con los que hilar las narrativas de nuestra contemporaneidad y exploramos la memoria en busca de una entonación que nos ayude a dialogar con los tiempos de la vida, conjugados en presente. 

Los coloquios Ginebrinos están ahí, como un evento de creación colectiva, al margen, un espacio para dialogar, para estar de acuerdo o para disentir…para coadyuvar a encontrar vías de entrada y salida de las ideas…

El M[A]C 2020 nos plantea unos retos que tenemos que asumir guardando su espíritu esencial, porque este momento entre aciago y ficcional que tratamos de descifrar, con seguridad abrirá el paisaje a la construcción de conocimiento sobre las estrategias que nos toca (re)inventar y, los obstáculos a sortear para pasar a salvo al otro lado del almanaque.

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